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Arquitectos: Giusto Van Campenhout
- Área: 115 m²
- Año: 2018
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Fotografías:Javier Agustín rojas
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Si por un momento descontextualizamos y tomamos al pie de la letra la famosa frase de Mies “menos es más”, podríamos terminar argumentando que la principal preocupación de la arquitectura debería ser demoler y no construir. Por supuesto, es un argumento que no puede tomarse en serio como un dogma universal, pero Ungers y Koolhaas ya han explorado en su proyecto seminal Berlín como un archipiélago verde, cuán útil podría ser la anulación en algunos escenarios específicos. Pensamos que el proyecto de La Casa Chorizo podría ser uno de ellos.
Cuando un cliente acudió a nosotros para rehabilitar una antigua casa chorizo en ruinas en su vivienda “sin añadir nada”, le propusimos hacer “menos que nada”. Pensamos que en realidad la casa era demasiado grande para el uso que le iba a dar y que lo más lógico era achicar el espacio interior de la casa. Fue atrevido por su parte aceptarlo en una sociedad impulsada por la maximización del metro cuadrado construido, pero entendió lo valioso que podía ser este acto de cara a otras formas de vida no humana y un uso más eficiente de la energía y los materiales. El proyecto se estructuró en una serie de incisiones sobre la estructura existente que reorganizaron el funcionamiento y las cualidades espaciales de la casa.
Al reducir la huella de la estructura existente, el proyecto de la casa chorizo puede verse como un esfuerzo por hacer una arquitectura que minimice el uso de energía y materiales en un intento de construir un entorno que deje espacio para que puedan surgir otras formas de vida, en Buenos Aires un ciudad que se encuentra entre las ciudades menos verdes del mundo, con solo alrededor de 1,8 metros cuadrados per cápita de espacio verde.
La casa funciona como vivienda para una pareja joven, un perro y multitud de plantas e insectos que poco a poco pueblan el espacio. El espacio interior de la casa está dividido por un patio circular. Se deja una estancia más pública en la parte delantera de la casa desconectada de las zonas más privadas. La casa remata con un baño acristalado donde poder ducharse mirando al cielo. La terraza está cubierta en su mayor parte por un techo verde que, una vez plantado, se dejó crecer a través de un proceso entrópico. A escala urbana, el proyecto puede verse como un pequeño oasis verde que humildemente ayuda a construir la biodiversidad y la biomasa de la ciudad. A escala humana, la casa puede entenderse como un intento de construir un paisaje doméstico verde en el centro de una metrópolis densa.